viernes, 6 de enero de 2012

Nuevo final.

Nuestro mayor error fue pensar que valíamos más que nuestra historia.
No aceptar los retales de locura que se dejaron entrever,
que cada nuevo insulto no era más que un golpe, otro nuevo revés.
Y golpe tras golpe, el K.O. se acerca; nuestra piel ahora parece estar muerta.

Y el árbitro pita el final, se marchan los asistentes.
Quedamos en soledad los presentes, mirando al techo, sintiendo su vacío.
Sonriendo, riendo al final, y corriendo entre las paredes de un adiós divino,
entender que esta mierda no es lo mismo si tú no estás conmigo.

Pero cada nuevo capítulo es la indecisión de seguir vivo,
o buscar entre las sombras algún resto del divo que fui;
quizá no estoy tan mal como para empezar a volar sin ti,
quizá se nos pasaron nuestros años de vivir; ¿quién sabrá jamás?

Una nueva discusión da pie a un nuevo final, extrañado me pregunto a veces,
¿dónde estaré mejor que en los brazos de quien me quiere muerto?
Me mece con ternura esperando el momento del magnicidio;
valgo más que esta historia, y nunca su cuenta pedimos.

Me ahogo de tanto pensar, me ahogo de tanto sentir.
Varado frente al mar, viéndote sonreír extraña; antes no disimulabas ni fingías.
He besado a la locura, ya me acosté con el enemigo; harto de sobrevivir contigo.
¿Dónde iba a estar mejor que en las manos de quien me quiso?
Y este nuevo final da pie a otro beso indeciso, a otro golpe divino.

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