miércoles, 21 de diciembre de 2011

Y ahora, tú.

Soy deudor de explicaciones absurdas.
Ilógicas respuestas a preguntas de ¿por qué?
Sentimientos divididos en sectores; tristes y bellos.
Paradojas del destino que me hizo volver a perder.

Entender estos enigmas que se presentan se hace difícil,
y perecer entre tu olvido nunca sonó tan bien.
Ser un despojo en manos de un bufón un tanto aburrido,
lo divertido ésta vez sería verte volver.

Somos estúpidos y no por eso, nos perdemos entre aquellos cuentos.
Somos lo que siempre quisimos ser, y de nuevo, volvimos a caer.
La reciprocidad está mal vista cuando se trata de querer.
Ya soy tan sólo un funambulista, que desde la cuerda te ve crecer.

Vuelvo a reaccionar, a parar, a dar la vuelta a mi universo.
Me vuelvo a cansar, vuelvo a crear coartadas contra mi tiempo.
Vuelvo a restaurar ese corazón frío y gélido.
Volveré a parar para descansar sobre mis cimientos;
y ahora tú… ahora veo como te marchas.

Y ahora tú, ahora veo como no descansas.
Y machacas mis mañanas con llamadas un tanto impertinentes.
Apareces por las noches como luces intermitentes y,
siendo realistas, te pierdo de vista y…

Entender tus contradicciones nunca ha sido tan sencillo.
No tengo nada mejor, y no por eso me siento distinto.
Ya no seré tu campeón, pero, tú ya no serás mi alivio.
Si debo considerar tu adiós… el invierno no es tan frío.
Y ahora, tú…


domingo, 18 de diciembre de 2011

Final famélico.

Mil latidos por silencio.
Unas pupilas que rodean sombras que no están.
Manos que resbalan todo lo que intentan tocar.
Aire que se escapa de tu boca mientras esperas en la calle.

Temo a tu corazón más que a mis latigazos.
Me da pánico sentir el sol desde tu piel.
Siento que me muero dentro si no hago algo estúpido.
Tengo la extraña sensación de volver a caer.

A penas son las dos, y aún me consumo dentro.
Siento que esta vida pasa algo veloz, y que me puede el miedo.
Me pides una explicación, yo parezco estar mintiendo.
Al decirte un desolador; no te comprendo.

Luchar con el despertador para seguir durmiendo,
desaparecer por el reloj, que me consuma el tiempo.
Hoy no consigo entender el guión, hoy me puede el tedio.
Quizá soy un tanto precoz, pero no resisto tu invierno.

No entiendo esta situación, en la que parece que aún te estás riendo.
Y en el cristal queda el vapor, cenizas para el infierno.
No comprendo esta sin razón, me quema tu aliento.
No consigo seguir el guión, creo que me estoy perdiendo.

Es tan encarnizada esta batalla… no sé quién va ganando.
Un intercambio de golpes sin compasión, que nos está asfixiando.
Duele tanto esta hinchazón, nuestro corazón asmático.
Mirar dentro de tu habitación, y ver el mismo cuadrilátero.

Puede que prosiga el show, puede que te esté mintiendo.
Que no encuentre la razón que me haga seguir viviendo.
Puede que hoy el perdón, se base en sernos sinceros.
Dicen que este dolor, lo acabará arrastrando el viento.

Vamos a quebrar la voz, que se intimide el viento.
Olvidemos la compasión, que el instinto sea el tintero.
Dentro de esta sin razón nos está machacando el tiempo.
Terminemos esta relación que nos lleva a un fin famélico...

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Eres mi excusa perfecta.

A veces soy respuesta para una pregunta inútil,
a veces soy la pregunta que te hace temblar.
Quiero correr mientras el resto camina, el sol me mina.
Me miran de reojo, y de mi todo te vuelvo a restar.

Somos una relación entre fantamas, eres tan genial y yo tan distante.
Un rayo fulminante que me mata al alba, eso es tu adiós,
ese es mi drama. Soy pregunta sin solución, soy sol por la mañana.
Soy la llamada que esperas, soy la mirada que se aparta.

A veces puedo intentar odiar esta realidad,
a veces puedo creer que nada va tan mal.
Puedo imaginar que tu cielo se podrá derretir,
podemos dibujar un mundo de mentiras sin fin.

Quiero trazar un plan que nos destruya, que nos distinga.
Puedo ser el causante de esa lágrima que atraviesa tu mejilla.
Puedo adorarte, puedo humillarte, puedo hacer que todo el mundo se adelante.
Quiero torturarme, quiero destruirme, quiero contarte que soy todo, y algo más.

Y el tiempo corre lento en esta esfera, en este corazón de piedra.
Si tu queroseno ya no me llena, tendré que ser el fuego que nos quema.
Puedo ser principio y final en esta relación, puedo ser sonrisa, puedo ser desilusión.
Soy tan raro, tan extraño, tan perfecto dentro de mi perfección...
sólo soy un iluso al que el tiempo derribó.
Y tú eres mi princesa, mi boca de fresa, la lluvia que cesa...
en mi tremenda locura, eres mi excusa perfecta.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Amar.

Dicen que el amor es algo de dos, y hoy no estoy de acuerdo.
El cariño se comparte, la pasión se goza... el amor se sufre.
Se sufre, porque si no duele no es amor.
Porque si nunca has llorado por alguien, no sabes lo que es amar.

No sabes lo que es rodar en tu cama buscando una explicación a mil porqués,
una noche de infarto en el que su corazón no es tuyo,
conformarte con un simple; es sólo sexo.
Y vivir, anclado a una mentira que tu mente crea, a una fotografía ficticia,
que algún día será real, sí, pero ni con él, ni con ella.

Y sufrir solo, hacer que el dolor sea tu fibia y tu fobia a la vez.
En eso consiste amar, en luchar por un imposible, en saber anteponerlo
todo a ti. En no ser egoísta, al fin y al cabo, en lo que inculcó el Señor.
Mirar su fotografía, y notar como algo dentro de ti se destruye,
y un universo de nuevas fantasías se crea a la vez.

Hacer el tiempo lento a su lado, y aún en la distancia,
parar el tiempo si es con ella, o con él. Eso es amar.
Y el amor, señores, ni se compra ni se vende, ¿verdad Selu?
El amar es algo más que una simple noche, es algo más que un simple día,
una conversación curiosa o un café al atardecer.

Los pequeños detalles lo mecen, pero el amor es algo de toda una vida.
Y duele, no veas que si duele...
Ama, hasta que amar sea tu fobia y tu fibia.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Todo está mal.

Cuanto desorden inordenable, mientras me ordenas parar.
Miro a tus ojos, buscando la próxima estación, y entiendo mi error.
Y así quedamos, durante media hora en silencio,
disfrutando del tedio que nos consume; todo está mal, todo ha muerto.

Me dices de escapar a algún lugar alejado, de salir de casa.
Yo aún no me he levantado de la cama, y tú ya te has vestido.
Tú siempre tan rápida, siempre tan delante de mí.
Y miro por la ventana buscando ese suspiro que se escapa.

No logro comprender que cuerdas me atan, o que cuerdos me desatarán.
Intento decirte que hay más fantasmas en mi pasado, que gente en mi presente,
pero no me escuchas, sólo bailas, sólo corres por las calles… no puedo seguirte.
Todo está bien de nuevo, todo se ha arreglado.

Y yo te observo, marchito, desde un café que se ha quedado frío.
Y tú me hablas de un viaje, y yo te digo que es muy caro…
tú me dices que me calle, que sueñe de vez en cuando, que soy tan lógico…
yo te digo que no puedo cambiar, y te vas del bar: todo está mal de nuevo, todo ha...

Cuando se apaguen las luces.

Cuando se apaguen las luces, cuando todo esté a oscuras.
Cuando seamos presas del silencio, y la noche nos encierre.
Cuando deje de sonar esa gramola, cuando el tiempo pare curioso.
Cuando muera esta desidia, cuando la luz se aleje.

Es entonces cuando recuerdo tu mirada entre las sombras;
una nota y un reproche, un abrazo que se va.
Esta oscuridad me arropa, ¿no la sientes?
Es tan cálida que podría quedarme dormido en ella.

Cuando se apaguen las luces, cuando comience mi delirio.
Cuando mis ganas de volar se quemen, y mis alas se atolondren.
Cuando deje de sonar esa gramola, cuando el tiempo se confunda.
Es entonces, cuando sabré que hemos perdido.

Que ya no somos los mismos, ni lo es el aire, ni lo es la música.
Miraré al horizonte y encontraré tu espalda, tersa y mía, alejada…
Cuando se apaguen las luces, caerá con ellas mi palabra, y mis ganas, y mi alma.
La oscuridad que nos ampara, también nos besará.

Que el tiempo pasa veloz y estoy quemando mi juventud.
Que ni España es la misma, ni lo eres tú y,
que hay días en los que no me encuentro bien, en lo que no soy yo.
Cuando apaguen las luces, no volveremos a encontrarnos…
rezo, lloro, imploro y maldigo ese día, en el que todo cambió.
Pues ya nada es lo que era, mientras espero a esta primavera sentado,
maniatado en mi cuarto, lento y torpe, quebrado como un verso, frío como el hielo…

jueves, 1 de diciembre de 2011

Desescribir.

Desescribir no tenía porqué ser corregir, ni porqué pensar,
ni pesarme este momento, ni hacer infinita a la realidad.
Mira desde arriba, ¿cómo lo ves? Redesescribir es lo que quieras,
siempre que lo hagas bien, siempre que te duela.

Tejiendo compases de olvido, creando mágicos instantes,
melodías muertas y algún que otro soneto de amor: desescribo el resto.
Trazo para atrás mis pasos, desencajo el ayer en este presente.
Redemuestro que este sentimiento no entiende de límites, y así me caigo.

Así pasaron los días, redesescritos, rompiendo la monotonía,
transformando en rutina la sorpresa; así pasé.
Avancé con paso lento e inseguro, fui un niño, y dibujando familias crecí.
No redesescribí hasta que no me sentí preparado, listo... más maduro.

Este invierno quiere que así sea, que los vendavales me mezan entre el infortunio,
que el ayer se olvide para dar paso a un antes de ayer.
Empezar de cero no es redesescribir, sí lo es avanzar, si lo es mejorar.
Quizás el tiempo llore, quizá mis pies se caigan, mientras yo desescribo los versos que te dediqué...

domingo, 27 de noviembre de 2011

Y, ahora, ¿qué?

Y, ahora ¿qué?
¿Como reacciono ante todo esto?
Un silencio molesto me inmoviliza…
¿Cómo me muevo, hacia dónde voy?
Siento frío…

Una foto del pasado encerrada en la distancia que produce el olvido,
un café frío entre tus manos, y mi mirada en el horizonte.
Relatas entre sorbos un ayer que ya no existe,
un dolor que te derrite y una furia que te abruma, pero,
tu problema es que sigues siendo la misma de siempre…
y un nuevo sorbo rompe con mi constancia.

Una cuenta pendiente que dejamos, un paseo sin tu mano y aquel banco,
las imágenes que me vienen de un adiós encarnizado.
Cuentas con voz dulce como te ha tratado el destino,
mientras mi oído sangra, mi boca se calla y mi cabeza gira sin control.
Ese mismo nudo en el estómago, mis pulmones sin el oxígeno que te llevas
y diez años a la espalda; mis cadenas.

No hace tanto que dejé de recordarte, y aquí estás de nuevo.
Hoy vuelvo a ser tu confesor en esta Iglesia, y tú de nuevo eres mi infierno.
Las natas del invierno hoy agrian mi garganta, un viento que me alza y me arrastra lejos,
una ventana que me deja ver la nieve que sobre mí se posa,
y aquellas palabras que dijiste… todo lo que quise tener tan cerca que quemase.

El mismo café frío de siempre, y el mismo temporal.
Tu misma mirada, y te pelo negro. Dictas entre tanto el porvenir de mis sentimientos,
mientras sonrío y asiento con cara de idiota.
Y derepente, agarras mi mano, y me miras a los ojos.
Esa lágrima conservadora que se aferra a mis pupilas, esas mariposas suicidas en mi estómago, y ese nudo que se deshace como arena…
tanta pena, tanto sufrimiento encierra un simple abrazo que me llena de tristeza.

Sentirme feliz y triste al mirarte, ¿desde cuando soy tan débil?
Hoy me narras otro amor que no es el mío, y tan sólo unos meses a tu espalda te atan.
Me mata esta impotencia, esa mirada, y tu presencia en esta tertulia con mi miedo.
Nunca te dije lo que sentía, y siempre pedí clemencia pero…
Y, ahora ¿qué?
Pregunto mientras este miedo me congela,
y el temporal me arrastra hacia la inversa primavera…

martes, 15 de noviembre de 2011

Zozobrar...

El tiempo zozobra, es así, la mar lo mece.
En mi ventana se posan tristes notas que derraman el ayer.
En mis venas, la sal de las lágrimas caídas en batalla, y en mi alma una melodía en do menor; siempre grave.
El tiempo zozobra porque la coraza le pesa, porta con maestranza una veleta que no deja de girar.
Las persianas dejan entrever suspiros de socorro, alientos repletos de desconcier.to, cantos de sirenas roncas que al amanecer se esconden.
La deshojada margarita que es mi lápiz se desentiende, mientras la corriente amaina, y deja navegar.
Transitar por este estrecho nunca fue tan apetecible, tan cálido, tan tierno.
Hoy el viento recorre las calles, mientras el lugar que dio pie a aquella historia, pasa a ser recuerdo.
Intensos tiempos los que corren, de relojes a contrarreloj y descansos para respirar.
El tiempo zozobra porque quiso acabar con la primavera,
y el aire que respiro me deja marchitar.
Eres ausencia en tu ser, y ausencia en mi presente.
Y como ausencia, te siento.
El agua fluye intermitente acompasada por las olas,
y este adiós recuerda a aquella tempestad eterna.
Hoy salgo a navegar con mi velero, dejaré que me meza la mar.
El poder del mar, su mal y su belleza, un dolor que acecha, y una foto de un abrazo.
El tiempo zozobra entre las cornisas del olvido, mientras un barco dividido, procura levitar...
atravesar mares y océanos por simple diversión.
Reencontrarse con Dios al borde del abismo, ser uno mismo quien no sienta compasión de si mismo.
Creer en la realidad por miedo a caer en la mentira...

domingo, 13 de noviembre de 2011

Soy el monstruo de debajo de tu cama.

Me siento... como el monstruo de debajo de tu cama;
ignorado, infravalorado, arrastrándome siempre pero temido, esperando a que te duermas.
Soy ese monstruo que habita en tu subconsciente, soy ese ser inerte que calla;
allá donde vayas estaré; mírame, te sigo de cerca.

Mi horizonte se basó hasta ti en encontrarte, y ahora que te encontré;
el nuevo es olvidarte. Mírame, siénteme, perezco entre horizontes.
Mátame, piérdeme, busco de nuevo entre los rincones,
retales de una vida que sea feliz y uniforme; no estoy conforme, el olvido no me curará.

Quise esperar para observarte de nuevo maltratada por la vida,
no cerrarás la herida que tú abriste, por ello te miro con rencor.
Y si así soy más sincero, así te lo diré; espero que no estés bien después de mí.
Que la vida no te sea justa, que él te haga pasar lo que me hiciste a mí...
sí, lo entiendo, la violencia no lleva a nada.

Ver la realidad y que no deje de ser increíble; hoy regresan a mi cama oscuras pesadillas.
Aquellas en las que me decías que nada cambiaría,
aquellas en las que el tiempo contra mí se disponía.
Lo admito, hoy por hoy soy distinto a aquél que dañaste.
Quizás ha sido el tiempo, quizá tanto desastre como supusiste.

El caso es que hoy por hoy, tu recuerdo me vuelve triste.
Pensar en lo que fuimos, y en lo que lo convertiste.
Mirarme al espejo y pensar que para ti no fui más que un chiste.
Y lo hiciste; me jodiste. Y ahora juego al despiste con tu recuerdo...

jueves, 10 de noviembre de 2011

Dicen que tu cama se está apagando.

Dicen que tu cama se está apagando, que por las noches te ven gritando sola
y, que ahora miras de reojo antes de cruzar la calle.
Dicen que tu pelo no volvió a ser negro, que tus ojos se ahogan cada amanecer en tu balcón,
que el viento ya no sopla por tu calle, que tu corazón tiene siempre el mismo compás:
piano, pianísimo.

Dicen que de vez en cuando rompes cristales con tus manos, que saltas sobre clavos si te aburres,
que pisas el cemento por miedo a quedarte pegada a ese sentimiento.
Dicen que no hay ni un solo momento que te sientas bien,
que los muros que te atan a la locura te encierra además, que ya no te arreglas al salir.
Dicen tantas cosas sobre ti que no sé qué creer.

Si los que dicen que dejaste cualquier resquicio de tu alma muerto,
que machacaste las esquinas para poder hacer a tu corazón esférico; perfecto.
Si a los que dicen que tu cara ahora se oculta tras un velo, demacrado velo,
que demuestra tu impotencia para salir de ahí.
Si te has encerrado en un bucle de desatinos, del que no puedes huir.

Dicen que tu cama se está apagando, eso es porque no han visto tu cara.
Ni las ojeras que hoy te bordan, ni las ganas que te ahorcan en tu alcoba,
ya no buscas un corazón escoba, para miedo a naufragar...

Dicen que ya no escribes poesía, que has perdido el ritmo.
Que un mismo destino mancha siempre tu papel.
Dicen que tu realidad hoy se oculta entre sombras, que tienes un pasado oscuro que esconder,
que los anocheres te duelen porque te da miedo perecer, no despertar.
Cerrar los ojos y ver que aún sigue ahí, marcando tus latidos; Tic-Tac, y tu reloj se queja.

Dicen que ya no eres la princesa de la larga cabellera, y que las piedras no rebotan en tu ventana,
que ya ninguna risa rompe la monotonía de la noche, no irradias felicidad.
Dicen que vives en penitencia, que no demuestras tus carencias, que ya no narras tus vivencias.
Que no hay esperanza para un alma condenada por un recuerdo inoportuno,
por una fe ciega, por una vida en las nubes; dicen que al cielo ya no subes.

Dicen que tu cama se está apagando, mientras tu reflejo se va haciendo de plata,
ya no te quema el sol, te relacionas más con esta luna de nata,
el verte así me mata, tu corazón de hojalata se atasca y, no encuentra la salida a tanto sinsentido...

Dicen que no volverás a ser la misma, dicen que no tienes remedio.
Que pasas menos tiempo aquí que en Babia.
Dicen que sólo un mal momento puede destruir una vida sana, que no te lo mereces y,
que si por ti fuera, no habría un mañana, ni otro él, ni otro nosotros, ni otra cama.
Dicen que la sombría de un nuevo día te quema con dulzura, que sólo tristes melodías hoy tu habitación recorren.
Que puede que haya recuerdos, que nunca más se borren.
Que sólo un mal trago te está arrastrando al borde.

Dicen que tu cama se está apagando, dicen que no hay mar que meza tu calma.
Que tu alma no tiene remedio, que hoy los golpes del destino marcan tu cara,
que tu llama está tiritando, que se está apagando tu cama...

Lo siento.

Por los días que no supe entenderte cuando me mirabas fijamente.
Por las muestras de cariño que nunca te di,
por no saber que necesitabas de una caricia, o una sonrisa.
Por no dejarte llorar cuando la vida te maniataba,
por no desatarte cuando quizás estuviste enredada en este mundo.

Por no ser el mejor amante, ni besarte a cada instante, ni derretirme sin tenerte.
Por no hacerte el amor siempre que me lo pediste.
Por las veces que no respeté tu espacio,
por los días de alucinaje en los que me quedé en la habitación.
Por esos desayunos que me faltaron por llevarte a la cama.

Por tanta lluvia para comer, y tormenta para cenar.
Por los días que salimos, y viste que no estaba a tu lado.
Por no decirte siempre lo perfecta que eras para mí,
por no asumir mi espacio, por no creer en algo infinito.
Por retirar el cartel de se busca, y poner el de me agobio; por no saber apreciarte.

Por dejar marchar algo que simulaba la perfección,
por la ristra de veces que no fui sincero, por las que mentí, y por las que no.
Porque no supe ser tu héroe, y me enganché a ti como si tú fueras mi heroína.
Por los regalos que fallaron en el silencio de tu agrado,
por las veces que no llegué a lo deseado por ti.

Por paseos que se alargaban más en el espacio que en el tiempo; por andar siempre con prisas.
Por pasarte a un segundo plano a veces, a un tercero otras, a un cuarto...
Por hacer más caso a quien no te conocía, que a quien siempre te quiso.
Por dejar que muriese cada pétalo de esta relación,
por ser quien soy, y por no saber ser quien tú siempre deseaste.

Por el desorden que habita en mi vida, y en mi cuarto.
Por mi forma de vestir, de caminar, o de hablar; tan basto a veces.
Por no susurrarte a menudo, por no aparecer en tus más felices sueños.
Por no ser ese rincón que te apartaba de la tristeza,
por no ser la pared que te impulsaba hacia delante.

Por desaparecer cuando todo estaba mal, por no saber entender tu sinceridad a veces.
Por quitarte la vista cuando otros me acosaban, por la desgana con la que te tocaba.
Por no haber sabido ser perfecto para ti, ni si quiera mediocre.
Por haberte hecho caer en las garras de la desilusión.
Por dejarte marchar sin haberte demostrado que te quiero.

Lo siento.

Tienes derecho a guardar silencio.

Tienes derecho a guardar silencio, y a decir que los “te quiero” nunca fueron sinceros.
Tienes derecho a callar en tu presidio, a olvidarte de mí.
Tienes derecho a demostrar cuanto me engañaba, como me mentía.
Y cuando te decía que te torcías del camino, no tenía derecho.

Ni a mirarte a la cara, ni a volver a tocarte.
No tenías derecho a humillarme a cada instante, a estar distante.
Ni a disfrazarte en otras voces cuando no querías mirarme,
No tenías derecho a hundirme a cada instante, ni a exterminarme con desdén.

Y donde queden tus derechos, diré que eran ciertos.
Tienes derecho a callarte, a no volver a dirigirte a mí.
Tienes derecho a buscarte otra vida, lejos de aquí, y sí,
Quizá sí, tienes derecho a dimitir. A delegar en tus derechos tu responsabilidad…

Tienes derecho a dejarme morir sin verme, a no tener valor para dignarte a llamarme.
Tienes derecho a olvidarme, a ignorarme, a torturarme siempre que quieras,
Pero, yo tengo derecho a destruir aquel recuerdo.
Aunque el desamor me tumbe, tengo derecho a serme fiel; adiós, no tienes derecho a volver.

Dejaste a la deriva el derecho a ser feliz, y, negociaste un pacto con la eterna mentira.
No hay derecho, pensé, mientras los días se sucedían, como frías fotografías en color sepia.
E intentando andar derecho, sin dejar torcer mi suelo, descubrí bajo el hielo la cruda realidad.
No tienes derecho a volver, porque yo no tengo derecho a escapar.

Tienes derecho a guardar silencio, todo lo que digas lo usaré en tu contra.
No tienes derecho a romper mis dedos, a deshacer los miedos que martilleaban mi cabeza loca.
El olvido me recordó que tengo derecho a volver a levantarme, pero…
Hoy Señoría, me declaro culpable por amar.

Poema con Javi López.

Vienes, vas, y cada sentir remueves.
No eres brisa que barre el desierto, ni ola que recaló en mi corazón, tu playa.
No eres flor marchita entre la escarcha del invierno, ni eres el tallo tierno de una rosa.
Vienes como aparece la ilusión, vas con cada nuevo encontronazo con mi alma
y cada sentir remueves, descolocas cada pensamiento, reorganizas a tu gusto…
vas y vienes renovando el cautiverio, embelleciendo el disgusto de no tenerte…

Pero da igual, me es indiferente cuanto dolor me cause tu presencia.
Es ella, es presencia misma quien acaricia mi rostro, para devolverme la sonrisa.
Una sonrisa eterna que se desvanece con tu marcha, con ese paso arrítmico,
que de verse a cámara lenta supone mi más errante agonía.
Y es que cual condenado que camina su milla, mi alrededor no es verde,
es vacío, es eternidad, es dolor, es tristeza...
Y es que niña, río por no llorar, lloro por no reír a tu lado.

Soy un orgulloso condenado, arraigado a la miseria que supone contemplarte.
Inspirarse con cada nuevo paso que damos sin tocarnos, serte fiel sin estar a tu lado,
sentirte cerca cuando todo se ha marchado y, arrinconado en cualquier esquina de esta esfera, sentir como el viento de nuevo viene de cara, desde tu ventana, desde tu interior..
Sentirme feliz y triste mirando la misma foto, y quemar las letras que te dediqué distante.
Y a cada instante, sumergirme en el caos que supone tu palabra,
aún jugando con mi ser, aún huyendo con mi alma, aún siendo deshojada margarita que sus pétalos renueva con cada sonata.
Mírame a la cara y dime, ¿sirvió de algo tanto empeño?
Y mi frustración quebrada por una nueva sonrisa que te leo…

Es el amor en la distancia, el amor en el silencio.
Su risa mi fragancia y revivo con cada mirar que con ella cruzo.
No busco consideración, tu tortura no me daña,
y cada mañana renacer dándote gracias:
por dejar mecer mi sueño entre tus sábanas blancas.
Y queriéndote desde la distancia, mi dolor enmudezco...

Javier López Gismeros feat. Fernando Cañete Lozano

Where?

Come, come back, it’s not the end.
Keep it real, listen me shouting you; hey!
Where’re you today? I can’t see your steps.
These walls seem so grew without you,
and a tear is dying on the floor.
Keep it real, keep on wealth my breath; where’re you, where?

Nights are falling in darkness cause’ I’ve not your light today.
Please, find your way to come home, it doesn’t matter when; just come.
I’ll stay alive since I’ll see the moon changing her face,
here, where you changed my mind, I’ll stay.

You appear in my dreams; there is where you appeal to my calm.
Then, my sweet dreams became nightmares, when I saw your shadow going away.
Someone tell me ones, that you won’t be mine forever, but;
what means really ever? Cause’ one time I told you, I’ll love you ever,
and I keep that here, in my soul, in every breath.
In every time I think on you, in every strength. I only want to ask you; where?

Cause’ I’ll keep my searching on; I want to solve my mistakes.
Just give me one more chance, and you’ll see how I’ll change.
Stop for a moment, it’s O.K. Keep on dress loneliness.
I want to take a rest to accept, that I only know the happiness with her.

Falling skies are looking me up, clouds that appeared over my head to keep me well.
No more cell phones calls, no more ways without you.
And one more night, shouting for you…
my pain ask; where?

Blanca nieve.

Es blanca, es pura, es agua...
me relaja, me hace pensar, por ello la amo.
Me tranquiliza, hablar con ella por susurros me enmudece.
Digna del cielo su grandeza.

Es tierna, es frágil, es suave...
es cálida, mas frívola a la vez.
Encierra esa maldad que cuaquier mujer encierra,
pensamientos ocultos que no me cuenta.

Una mota de polvo la ensucia,
tersa, infinita, mía...
Sé que me quiere, ¿sino por que cae sobre mi cabeza
cada vez que la necesito?

Cuando requiero de dudas, de tiempo,
cuando necesito no pensar, concentrarme solo en ella,
en su ser, en su alma, custodiada por él,
me devuelve al mundo real cuando lo necesito,
me hace recordar quien soy.

¡Y fijaté, blanca nieve,
que llegué a pensar que te había perdido...!

Las cartas sobre la mesa.

Tahúr intuitivo, permitido el desconcierto,
de saber a ciencia cierta, que el amor es imperfecto,
caer al suelo llorando, con las manos en el rostro,
las cartas sobre la mesa, y su cara de asombro.

Este juego lo simplifica, a veces, tanto todo,
tu la reina de corazones, yo una vela de barro y lodo,
que alumbra las mañanas, con su negro as en llamas,
las cartas sobre la mesa, y su cara mojada.

Siete barajas cortadas hacia un desamor,
y arrancando de su pecho el joker, su lado bufón.
Y tristemente caerá la noche, en cualquier oscuro sótano,
las cartas sobre la mesa, y su cara de desilusión.

Al ver como se termina, aposté todo a este amor,
que en espiral de color decae, y pierdo la emoción,
preparar la última cena, y una taza de café,
las cartas sobre la mesa, y su cara…
… perteneciente al ayer.

Mis pisadas son la sombra.

Mis pisadas son la sombra,
del camino que errante recorrí.
Y mi mirada… reflejos
de estrellas a punto de morir.

Las manchas de esta pared,
negras son, manchas quedan.
Quedando el recuerdo a merced,
de lo que tus miedos quieran.

Cómo algo que deja de servir
y en un arma se convierte,
sumergidos en este juego intermitente
que nunca, de nada ha servido.

Ya no queda amiga, ya no queda Sol.
La blanca nieve se derrite, mientras
el crepúsculo sobre la luz se posiciona,
y muere toda esperanza de salvación.

Fúnebres palabras, de un nefasto corazón,
que desbocado, murió en silencio.
Frunciendo el ceño ante tu aparición…
versos perdidos en un pasado violento.

Todo se oculta entre sentimientos fluoresecentes.

Todo se oculta entre sentimientos fluorescentes.
Impotentes, presentes, y faltos de fiereza.
Quizás son la pieza del declive universal.
O simplemente el deseo de estar en tu cama arropadito

por tu pena, merece la pena la espera,
que por tus piernas, fluyen, deseos sin condena,
las cadenas se caen, y mueren estridentes,
contra el suelo estallarán esas bastardas serpientes.

Muere el silencio, si se cae el cielo.
Sobre tu espalda callará el viento,
aunque traerá rumores, cuan tambores retumbando.
Si me importaran todos ahora estaría llorando.

Y ahora lo veo todo más claro, más callado,
los truenos han cesado, todo el mundo se ha marchado,
y yo encerrado, en tu colchón anclado, todo lo que pedí
lo de dejo de lado, nada de lo que he luchado importa.

Dejo mi imprenta, en un papel mojado,
dejo toda mi vida, en un corazón helado,
custodiado, por un ser que sea doblegado,
ante una sociedad, que el amor ha maltratado…

Tanto nos faltó.

Nos faltó esa canción de amor.
Nos faltó un abrazo y un café,
sentados al atardecer en frente del mar...
nos faltó mirarnos, tocarnos con sinceridad.

El tiempo dio paso al suspiro,
y el olvido en tanto, me hiere.
Nos faltó un paseo, una caricia,
un te quiero...

Nos faltaron llamadas en conexión,
nos sobraron perdidas, la voz de tu contestador
me sobró. Nos faltaron sonrisas,
me faltó paciencia, me faltó amor.

Tanto que compartimos, todo lo fuimos.
Los sitios en los que estubimos,
siguen impreganados de nuestro olor,
los paisajes que miramos, y el silencio...
el silencio ahora suena como tu voz.

La melodía nos faltó, melodía tierna.
Nos faltó otro rayo de esperanza gratuita,
un momento de cambio, un beso robado.
Nos faltó el momento final de mirarnos.

Sobraron tantos fallos, sobraron lágrimas,
pero por siempre quedarán los abrazos,
que esas calles vieron darnos.
Un paseo de tu mano quizás... y ahora, suspiro.

Aquí, allí, allá...

Y mi recuerdo, impregnado quedará.
De un tiempo para acá, todo cambió todo se fue.
Quedo solo aquí, allí, allá.
El ritmo de mi corazón se acompasa con el ritmo de tu adiós.
Y se va parando, lento, más lento... hasta que no pueda oírle.

Aquí, allí, allá, su alma como estrella rutilante corre.
Mirar de lado a lado, ver una nota: Adiós,
y mi cara entrecortada por el gélido frío susurra;
caos.

Un triste rugir interior emana, tierno, muy tierno, pero...
adiós, al fin y al cabo se acabó.
Los últimos en salir me recuerdan de apagarlo, pero no.
Ella, que fue día en mi tormenta, que fue sueño que despierta,
fue la ropa, fue la prenda. Fue mi vida, fue tan tierna, aquí, allí, allá
se queda, y me muero, verla en mi habitación como si estuviera, y sin embargo
no tenerla.
Si ahora me viera, si volviera, ay señor, si ella aquí estuviera... bebería el universo que secuestra su presencia.
Puesto que fue ella, y no otra, a quien llamé como ella.
Fue mía, fue eterna, y ahora que se marcha, aquí, allí, allá... su recuerdo deja.

Al alba.

Hoy es una tarde de melancolía.
De esas en las que devorarías el reloj
para que todo se parase y pudieras reorganizar tu vida.
En las que cambiarías cada segundo que pasas en tu cuarto,
por una micra de segundo con ella.
Tardes en las que no poder cambiar tu pasado para mejorar el presente,
te hace morir dentro de ese cuadrilátero que te enfrenta
otro día más a la soledad.
Que nada cambie después de esa noche es imposible.
Que nada vuelva a ser igual es... improbable.
Era impensable que otros labios fueran los suyos,
que los besos cambiasen de dirección, o
que el viento arrugara mis mejillas.
Era imprevisible el rumbo de su pelo negro,
bailando al compás de aquel rojizo sol de primavera.
Y al alba, comprendí cuanto la quería, y al alba, al alba...

La melodía quiso teñirse en agria esta tarde
en la que no te tengo.
Y por igual, miles de tristes poeta náufragos de su destino,
intentarán explicar hoy tu caminar.
Nunca fui un buen narrador de historias,
siempre preferí vivirlas a contarlas desde fuera,
pero la nuestra... me resulta imposible callar.
En esta tarde de melancolía se está muriendo otro pedazo de mi alma.
Mataría a esa nube que me cubre si pudiera.
Contaminaría el cielo con retales de tu pelo,
y entre tus dedos posaría mi calma.
Y al alba, comprendí que mi alma residía entre tus brazos, y al alba, al alba...

Viento, corre.
No escuches este llanto, no escuches a este poeta.
Estoy consumido por un tiempo que no es el mío,
pues este reloj no marca su corazón.
Estoy marchito por la falta de su saliva.
Estoy quemado por el fuego que desprende quererla sin tenerla.
Hoy, escuché su voz al despertar,
volviendo a morir en esta cama que me está convirtiendo en esclavo.
Agua, llora.
Mereces llorar si así lo quieres,
no corre el agua si no hay desnivel,
y siendo emocional en este caso, agua; corre.
Pues la echo de menos, sus manos no están aquí para guiarme,
su voz y su aroma ya no me tranquilizan, y su ausencia me aniquila.
Me extermina, me destruye, me corrompe, me destroza, me humilla,
me mata, me hiere, me quema, me duele, y su recuerdo...
Y al alba, quité los elementos que estorbaban hasta ti, y al alba, al alba...

Una tarde melancólica dio paso a una noche sin fronteras.
Mi mente voló fugaz por cualquier rincón alejado de tu ser.
Mis dedos martillearon aquel teclado,
trasportando sentimiento al triste papel.
La echo de menos Luna.
Duda, la quiero a mi lado.
Fue mi almena, mi alabanza ante Dios,
fue mi ilusión y mi esperanza.
Dime que no marchó por siempre,
dime que volverá su recuerdo.
Amor mío, ¿dónde quedas?
Tengo mucho que decirte, y no veo tus piernas.
No puedo seguir tus pisadas, pues no veo a donde llevan.
Y mientras tanto sigo esperando a que quieras llegar al alba...

Si te dijera amor mío, que temo a la madrugada.
Presiento que tras la noche, vendrá la noche más larga.
Quiero que vuelvas, amor mío... al alba, al alba...

Ven acércate.

Ven, acércate, hoy quiero contarte un cuento.
No trata de princesas, que de esos… en fin, tengo malas experiencias.
Siéntate aquí cerca, que yo te sienta.
Coge mi mano, y mira a esas estrellas.

¿Ves lo que veo? Luceros en el cielo intentan igualarte.
¿Crees lo que creo? Que no son capaces, ni de rozarte.
Ven, mírame, siénteme, y observa como el tiempo pasa,
y mi corazón con el tuyo se acompasa; bum, bum…

Fíjate en mi puerta, escritas con triste negro hay unas letras;
no volverá a ocurrir, no pasará el amor por aquí nunca más.
Estoy dispuesto a tirarlo, si así lo deseas,
quítale todo el sentido, que sean sólo vanas promesas, letras.

Que el sentimiento fluya a través de mis rejas,
que mis tejas contra las quejas sean tú, princesa.
Que de nuevo este corazón se ponga en huelga,
se revele contra la soledad que le otorga esta cubierta.

Ayúdame a retomar el barco que un día zarpó.
Calla esta voz interior que grita; duele.
Y más me duele más me grita,
pero si me impones tu religión, será el silencio quién levita.

Perdona esta torpeza, me desvié quizás del cuento.
Intenté ser sincero, pero, bueno… como ves me cuesta.
Sólo ven, acércate, siéntate cerca.
Observa como mi corazón espera tu gesta… bum, bum.

Besos verdaderos.

Cálida sorpresa de primavera era aquel verano.
Desde Irlanda, la lluvia no se veía tan lejana
como quiso hacer ver el tiempo.
No hay olvido sin rencor, no hay odio sin suspiros.
No hay olvido si te odio, y si te amo, aún cautivo
del verano que supuso tu mirada, te extrañaré hasta olvidarte.

Aquella postal que nunca llegó, que guardaba un beso,
dulce como el ron y añejo como los años, que pasé aguardando
este verano encerrado en un constante esperpento.
Vida que no tengo, maldita soledad,
si en verdad te prometo un cielo en tempestad,
un viento huracanado me llevó a tu pedestal para morir.

De pie, mírame de pie; gritó mi horrible conciencia.
Suerte tentada por tu muerte, nunca recompensada queda una pérdida
cuando es la pérdida del amor.
No eran te quiero verdaderos, eran sueños incompletos, bordados de ilusión.
Tiempo en calma, en el que me ahogo en la orilla, pintando maravillas
sobre un lienzo negro como el carbón.
Pienso en tenerte cerca y el dolor de la distancia me aprieta.

Pienso en pensarte y me duele olvidarte.
Piensas en dañarme tú, y una sonrisa te sonroja.
Pienso en como suspirar dulces brisas encantadas, mas este aire caduco que nos separa,
sobre mis pulmones se acomoda.
Vuélvete loca con un último beso, gritaba mi pecho en pos de su gloria.
Vuélvete loca, queda con aquel recuerdo, nunca llores en mi memoria,
y ahora busca besos verdaderos, que nunca más nacerán de mi boca.

Quizás.

Quisiera comenzar cada historia con un quizás fue una vez,
para así poder contar mis cuentos, pero quizás así no empiece,
sólo quizás.

Puede que no volvamos a vernos, quizá
no volvamos a querernos,
quizá los segundos pasen más lentos sin ti.
Quizá hoy se acompasen viento y primavera,
quizá pase a mi vera, quizá nunca esté aquí,
quizá fue su carmín, quizá no fue por mí…

Todo paró en aquel instante quizás,
y el tiempo nunca fue el mismo,
lluvia fue metáfora de esta pena tan absurda,
que por mundana y burda hoy me domina.

Quizá tanta pena mina el alma,
me lo tomaré con calma, quizá rompa con todo.
Busqué en el recuerdo sentimientos no vividos,
y en el olvido, frases que aún recuerdo como puñales en mi tórax.
Quizás este mundo gire sin destino, quizá por culpa de tu camino,
quizás el invierno es el que llora.

Y el verano, ¿dónde está el verano?
Quería comerme el mundo y éste me acabó vomitando.
Se fue aquel amor que daba sol a mis lloviznas,
calor a mis consignas, sentido a mis victorias.

Corazón otoñal caducifolio, yo te imploro, piensa en verde.
Hazte eco de tanto dolor que sientes, nunca mueras en silencio.
Y si ves reír a la gente, diles que quizás un día cambie el viento.
Hoy empezaré con un quizás, sí, pero quizá nunca debí haber empezado con un te quiero.